Tú que me ves, me tocas,
Comprendo que el cerebro se enmaraña, se confunde,
Hasta la inocencia que no tiene le nace.
Llegas y sin aviso terminas, cambian, cambias.
El espejo poco a poco no dice mucho,
Ojos que se acostumbran a mirarme como si nada fuera…
Por aquello que no prometiste he perdido hasta los incisivos, literal,
Los tiré junto con los pagos de restaurantes a los que no fui.
Morando en el destierro es donde debías estar.
No paras de darme desalientos y descrédito.
¿Cuándo pasó? en qué momento: puño de sangre y fuego acabaste con la válvula y bombeo, cuándo se desconectó.
Tú que vives en mí, tú que me haces vibrar y destruyes;
Déjame el consuelo de acabar lejos, o cerca de ti.