martes, junio 12, 2012

Ese despertar no podía estar mejor, que tú,
Las 6 y no sonó el reloj; 
Fui por la húmeda mañana a correr el secreto de la  neblina y a cubrirme de abandono por venir.


Las horas pasaban como cualquier otro día, como la espera del sueño que termina, -y concluye renovándose en ti-.

Los balances se sumaban a esos encuentros clandestinos, lejos de la moral, 
Esa tarde se desplomó en cuatro paredes y una puerta…
Las entrepiernas tibias, las bocas húmedas;  allí tu sonrisa se torno en heridas.

La caída del sol, el tintineo de mis lagrimas, que por dentro me ahogan –aún-, supe que lo nuestro podía empeorar… tu  voz quedita, cortada y el desenlacé llegó. “me hace falta tiempo”.