jueves, junio 22, 2006

BITÁCORA DE UN PAR DE RECUERDOS



árbol de Franboyan


Ahora que no vuelvo con frecuencia a Macultepec trato de mantener frescos mis recuerdos, me aterro cada vez que recorro las calles y los rostros de la villa en mi memoria y me doy cuenta que el tiempo ya ha hecho de las suyas...

No quiero dejar de pensar en los días que corría por de bajo de las ceibas, maculis y framboyanes revolcando el tapiz de las flores tropicales con mis pies descalzo, esa imagen parece tan irreal sobre todo cuando los pétalos suspendidos en el aire iban desplomándose lentamente hasta postrarse en las raíces de los grande árboles, cada vez que evoco esas imágenes es como un sueño de algún pintor paisajista, es magia.

Tan grande es mi nostalgia a l terruño que pienso en aquellos días cuando creía fervientemente en la iglesia y en el sacerdote de la parroquia de la virgen del Carmen; la figura del padrecito Chucho es imposible de eliminar de mis archivos, ese tipo “santísimo” solía echarse una copita en la cantina del pueblo y en todas las bodas, quínceaños, bautizos y todas las fiestas sagradas..., comía hasta rodar por la única pendiente de Macultepec, que por casualidad daba a la iglesia; aunque finalmente lo corrieron e hicieron traer a otro cura llamado Lucas, ese curita daba el sermón por mas de una hora con una voz soñolienta, ya se pueden imaginar una misa de mas de 60 minutos y con el calor del trópico en una iglesia de tejas de asbesto, ahí si que se pagan los pecados en el meritito infierno terrenal, por eso todos en el sureste se van al cielo por la penitencia de 45 grados en sobra, ¡este si es calor!

Hay tantos personajes en Macultepec como el bizco Camalote (llamado realmente José Luís) y el cojo (uno de los gemelos de la familia Jesús, por cierto familia fundadora del pueblo), tantos personajes como cantidades de cosas que sé se me han olvidando.
Inmemorial la banda de borrachitos, su junta era en las esquinas del casino del pueblo(allí donde se realizan los bailes del pueblo y la elección de la más bella del Pueblo, ahí por las fiestas del Carmen), con sus botellitas de aguardiente llamada ZORRO, se les veía rolarse las botellas y uno que otro pleito pequeño que no supieran solucionar con un abrazo y botella en mano, claro ninguno de ellos se salvaba de tener un raspón en la cara o en alguna parte del cuerpo, pues con tanta caña (alcohol) perdían el control de sus cuerpos y rodaban por el suelo hasta quedarse muchas veces dormidos en las banquetas. Estos amigos que integraban está pandilla era Billetes, Severino, Nabuyaco, Pancho, Servideo, Chucho Verete, el Brujo, Borola y la anciana prostituta del pueblo, está mujer en algún tiempo debió haber sido bella, ahora se le ve sin dientes, muy arrugada y sus ojos verdes apagados, se asoman junto con su melena rizada llenas de canas, al tiempo que pide un peso; a ella es podada María Caliente, pobre mujer, ha dejado una descendiente pues se perfila en las calles la tan afamada “Chepina”, Chepi debe tener unos 28 años, pero ella rueda mas que cualquier mujer del pueblo, sabe más de encuentros en calles oscuras que otra, y quizá como ninguna se burla del desprecio y la soledad, pobre Chepina con su hija a cuesta no da lastima, pues ella misma no se la tiene, sino da risa, pobre hija.

También hay locos, en que pueblo no se prescinde de locos y borrachos, para esto se perfila un hombre que debe andar entre los 50 años, pero su mente va en la cronología humana de 12 años, él se llama Carmito Payró el desciende de las familias con dinero de origen ganadera o en pocas palabras los terratenientes del pueblo, este niño atrapado con cuerpo de hombre se le suele reconocer por las calles cuando va cantando cada vez que va por el mandado, en la frutería central lo cotorrean y sonríe con sus arrugas en la piel, su risa es posiblemente la mas de por esos rumbos, Carmito no es el único niño grande también está ET, ET –así le apodan, poco saben su verdadero nombre, el cual yo lo sabia y ya lo he olvidado- si es mayor mentalmente que Carmito pero en edad terrestre debe tener como 30 años, ET se la pasa contando de una novia, la cual nadie conoce porque simplemente no existe, y quizás el mismo sabe que no es real, pero que mas da si todos en Macultepec le siguen la corriente... estos hombres morirán en mi pueblo, pero yo ya he iniciado a matarlos con el olvido.

Creo que la singularidad de Macultepec reside en tener lugares poco comunes y uno de esos lugares es la calle de las estrellas, allí vive el club de maricones o shotos como le llaman a los homosexuales en mi suelo, yo no sé si por asares del destino esa sola calle Juan R. Del Moral fue destinada para que allí nacieran la Martina, la Chen, La Garduza, La Margarita, la Aguacata, y hasta una nueva generación se está gestando sobre esa calle de las estrellas, usted debería preguntarse en que pueblo existe una calle semejante...

Hay Dios como añoro los caminos de mi pueblo adornadas con casas de principio del siglo XX, de tejas y ladrillo cocido, con esas grandes puertas y ventanas, de corredores grandes aptas para las butacas y hamacas, hechas para ver caer la tarde de sudores y vientos tórridos que se sacuden con abanicos y chismes de las familias del pueblo.

Ahora que repaso cada evento en mi memoria viene a mí con exactitud cuándo los ganaderos arrean a las vacas por las calles empujándolas a los corrales de los potreros diciéndoles: “jo,jo,jo,jo, arre, arre, arre” jalándoles las colas, metiéndoles el palo por el culo, y lo divertido que era ver salir del carril de los vaqueros a las vacas y nosotros corríamos como desesperados hasta las puertas de nuestras casas, esa sensación de correr contra el viento es la emoción que necesito para volar a mi pueblo.

Recordar, recordar las mañanas con tulipanes húmedos, las quimeras de las noches en el trópico vengan a mí como se deja caer el capote de la noche en los patios y en las platicas de ancianos en una galería de estrellas iluminada con la luna de octubre… no quiero olvidar el mercado de pescados y carnes, no quiero olvidar nada… y no importa que sea tierra de pantanos hediondos, si a mi mente viene el murmullo del mar, el sol y el sudor de los cuerpos que muestran los hombros y piernas desnudas, eso lo que guardo celosamente en mi memoria.